La Arquitectura, por encima de las formas con que
se nos aparece, es idea que se expresa con esas formas. Es idea materializada
con medidas que hacen relación al hombre, centro de la Arquitectura. Es idea
construida. Las formas se destruyen con el tiempo pero las ideas permanecen,
son eternas.
Vamos a analizar las bases de la arquitectura de
Alberto Campo Baeza con respecto a la luz: la luz como materia creativa, como
médula espinal de toda definición espacial. La luz y la novedad de atravesar el
espacio traslúcido con la luz sólida. La luz aparece como elemento principal de
la Arquitectura. La luz que construye el tiempo. Sin la luz, la Arquitectura no
es nada. La luz natural ilumina el espacio haciendo posibles las funciones que
allí se desarrollan.
"Comienzo,
como para cocinar, poniendo todos los ingredientes ordenados encima de la mesa:
la Función, el Lugar, las Medidas, los Materiales, y la LUZ. Y busco
obstinadamente una IDEA capaz de responder adecuadamente a todo ello. Una IDEA
capaz de llevarnos a la BELLEZA. A una BELLEZA que sea, como proponía Platón,
esplendor de la VERDAD. Sigo pensando que la UTILITAS, la FIRMITAS y la
VENUSTAS vitruvianas siguen
siendo válidas. Tan válidas y tan universales en el espacio y en el tiempo como
el hombre para el que hacemos la arquitectura. Buscar y encontrar la IDEA es
como una operación de DESTILACIÓN de todos aquellos ingredientes."
"La
luz es un material. Y no lo digo yo, un tal Newton dijo que era corpuscular, así que sí,
es un material. Y los arquitectos tendríamos que utilizarla como material. Y
digo tendríamos porque muchos no lo hacen. De hecho, la luz es el material más
lujoso que hay, el material más lujoso con el que trabajamos los arquitectos;
pero como es gratis, no lo valoramos."
Y para hacer
presente la luz, para hacerla sólida, es necesaria la sombra. Cuando la
arquitectura levantada con muros excavaba sus huecos para permitir la entrada a
la luz, los arquitectos sabían cómo dominar aquella luz sólida que perforaba
las sombras.
Cuando la
arquitectura con el acero y el vidrio cambia el concepto de dominio de la luz
sólida por el de transparencia, se produce una profunda revolución. Y, según
Campo Baeza, los arquitectos deben aprender a velar esa luz que todo lo inunda.
En el Panteón de
Roma, la sabiduría del arquitecto le lleva a enmarcar la máxima cantidad luz
con la máxima cantidad de sombra. Y así el óculo luminoso se cerca con la más
profunda sombra que hace más luminosa aun si cabe aquella luz divina venida de
lo alto.
En Santa Sofía de
Estambul, los brillantes arquitectos abren una corona de altas ventanas por
donde no sólo entra la luz directa, arrojada, sino también la indirecta,
reflejada en sus profundas jambas blancas de una manera tal que parece un
milagro el ver cruzarse los rayos de luz en el aire.
En la Farnsworth
House, el arquitecto, con la misma sabiduría que sus antecesores, pero que ya
sabe del acero y del vidrio, decide proponernos la transparencia absoluta. Y
allí la luz suspendida en el aire nos evoca “el soplo del aire suave” con el
que el profeta describe la presencia de la divinidad.
Alberto Campo Baeza
propone una arquitectura de los sentimientos a través de la luz. Esta idea
puede visualizarse en el proyecto para el aeropuerto de Milán: Porta Milano. Para él, se quería construir el espacio más bello del mundo. El más luminoso. El más
fascinante. Sólo con los mecanismos propios de la Arquitectura. El más simple, claro
y bello. Sería como una nube. El espacio más misterioso y sorprendente. El más
emocionante. Como si se tratase de un sueño hecho realidad.
El complejo se asaría en una gran caja blanca traslúcida de 60 metros
de largo, 30 de ancho y 45 de altura, con una doble piel de vidrio blanco
traslúcido. Una piel exterior y una interior. Paredes y cubierta de vidrio
sostenidos mediante una estructura reticular interna ligera, como cartílagos.
Accesible para limpieza y mantenimiento. En la piel exterior traslúcida,
perforaciones para captar la luz del sol. En la piel interior, también
traslúcida, aberturas acordes con la piel exterior.
La entrada de luz directa sería el contrapunto a la nube de luz
traslúcida que inundaría el espacio. Y la luz sólida llegaría a tocar el suelo.
La luz del sol así tratada y puesta en valor, se movería acariciando las
paredes del espacio, sorprendiendo a los viajeros que llegaran a Milán. Y les
conmovería. De noche, toda la caja iluminada aparecería como una gran linterna
para proclamar que ésta es la Puerta de Milán, la Porta di Milano. Como una
nube llena de luz.
El proyecto, madurado después de un intenso trabajo, es preciso, simple
y eficaz. Capaz de conmover. Y capaz de permanecer para siempre en la memoria y
en el corazón.