"Eso que
tienen en común, ¡qué cosas!, poesía, cocina y arquitectura: ingredientes concretos
en cantidades medidas, mezclados con sabiduría. Lo que los clásicos llaman «con
conocimiento de causa». Con medidas precisas y con «tempos concretos», la
Arquitectura, como la poesía y la cocina, no se surte de «encuentros casuales»
sino de «búsquedas laboriosas». Pues laboriosa es la investigación del
arquitecto que, con todos los datos encima de la mesa, piensa y mide, mide y piensa,
para llegar a los «encuentros certeros». Y es que las ideas, en Arquitectura,
tienen dimensiones y medidas.
Y esos encuentros
certeros de ingredientes, medidas y tiempos, son lo que en la cocina se llaman
«recetas», y lo que en la poesía se encuadra en la «métrica». En Arquitectura,
de algún modo, las claves las desvelan los arquitectos en sus textos."
La idea construida. La Arquitectura a la luz de las palabras. Alberto Campo Baeza.
En los textos de Alberto
Campo Baeza es posible extraer las ideas principales de su manera de hacer y
entender arquitectura:
La LUZ y la
GRAVEDAD como temas centrales de la ARQUITECTURA.
La LUZ que
construye el TIEMPO.
La GRAVEDAD que
construye el ESPACIO.
La LUZ que
tensa el espacio para el hombre y la GRAVEDAD que tensa
la
construcción.
La LUZ con su
capacidad inefable de vencer a la GRAVEDAD.
Es el hombre quien y para
quien se crea la Arquitectura. Y su relación con el Espacio se hace a través
del Tiempo. Lo que traducido a elementos materiales viene a desembocar en su
relación con la Gravedad y con la Luz. Son la Gravedad, que construye el
Espacio, que hace relación al Espacio, y la Luz, que construye el Tiempo, que
da razón del Tiempo, cuestiones centrales de la Arquitectura. El control de la Gravedad, y el diálogo con
la Luz. El futuro de la Arquitectura, según Campo Baeza dependerá de una
posible nueva comprensión de esos dos fenómenos acompañado de un más claro y más
profundo entendimiento.
Se descubre entonces que la
Luz es la única que capaz de vencer y convencer a la Gravedad. Y así, cuando el
arquitecto le pone las trampas adecuadas al sol, a la Luz; ésta, perforando el
espacio conformado por estructuras que necesitan estar ligadas al suelo para
transmitir la Fuerza de la Gravedad, rompe el hechizo y hace flotar, levitar,
volar a ese espacio.
Y, ¿en qué se traducirá
esta relación, este dominio del hombre sobre la Gravedad y sobre la Luz? La
conclusión de esta relación será la consecución de la Belleza: el «Pulchrum».
Si la Verdad, el «Verum», hace rendirse a la inteligencia, y la Bondad, el
«Bonum», a la voluntad, en el terreno de los sentimientos el hombre se rinde
ante la Belleza. La creación de la Belleza permanente de la que la Arquitectura
es, quizás, su expresión más concreta y rotunda. La Belleza, con sus múltiples
facetas también puede ser plasmada en la Arquitectura de muy diversos modos,
con muy diferentes formas, a través de estlos muy distintos.
El servicio a las
necesidades del hombre (Función), la respuesta adecuada al paisaje en que se
incluye (Contexto), la racionalidad de su construcción (Construcción), la
posibilidad de ponerla al alcance de todos (Economía), etc. deben ser
cualidades de la creación arquitectónica. Pero, además, la Arquitectura debe
ofrecer al hombre ese «algo más», misterioso pero concreto, que es la Belleza.
La Belleza inteligente que es consecuencia de unas obras que son ideas construidas.
En definitiva, el Futuro de
la Arquitectura está en las ideas. En los arquitectos que piensan. En los que
tienen ideas y son capaces de construirlas. Dedicando el necesario tiempo para
ello. Dominando la Gravedad y controlando la Luz. Y poniendo siempre al Hombre
como centro. Buscando la Belleza para dársela a los hombres.
Como respuesta a estas
ideas base, Alberto Campo Baeza propone una Arquitectura esencial de IDEA, LUZ Y ESPACIO. De Idea construida,
materializada en Espacios esenciales animados por la Luz. Una Arquitectura que
tiene en la IDEA su origen, en la LUZ su primer material, en el ESPACIO
ESENCIAL la voluntad de conseguir el MÁS CON MENOS. IDEA con vocación de ser
construida, ESPACIO ESENCIAL con capacidad de traducir eficazmente estas ideas,
LUZ que pone en relación al hombre con esos espacios.
El ESPACIO conformado por
la Forma, que traduce la IDEA, y que es tensado por la LUZ, es el resultado
material, tangible de la Arquitectura. Campo Baeza crea una atmósfera palpable
y sólida en sus obras a través de la luz. La combinación adecuada de diferentes
tipos de luz tiene, conociéndolos, posibilidades infinitas en Arquitectura.
Las sombras son
dramáticamente atravesadas por la Luz sólida del mediodía, que viene de lo alto
y se materializa en la blanca pared sobre la que incide. Porque la Luz y su
movimiento es la que hace que cobren vida los espacios; pues en la
Arquitectura, ese movimiento de la Luz es real. Y si se consigue el diálogo entre el espacio, la Luz que lo recorre y el
hombre que lo habita, allí aparece la Arquitectura. Algo muy fácil y muy
difícil a la vez.
El color blanco en la
Arquitectura es una base firme, segura y eficaz, para resolver problemas de
Luz: para atraparla, para reflejarla, para hacerla incidir, para hacerla
resbalar. Y controlada la Luz e iluminados los blancos planos que lo conforman,
el espacio queda controlado. El blanco certero es el instrumento preciso para
dominar los mecanismos espaciales propios de la Arquitectura.
Hacer un espacio lleno de
luz traslúcida atravesado, perforado por la luz sólida del sol en la cantidad
precisa, era el intento perseguido por Baeza en la concepción del Museum of
Italian Art, Garrison, en Nueva York.
Se trata de un pabellón
para alojar la Colección de Arte Povera Italiana y los vidrios de Murano de los
Olnick Spanu en Garrison, en el cual se planteaba una caja de hormigón muy
sobria, con un espacio muy especial en el vestíbulo de entrada, un cubo blanco
de 10x10x10 metros, con su mitad superior traslúcida.
Este cubo posee una
estructura delicada y blanca, con la capacidad no sólo de resistir
adecuadamente a las solicitaciones de la gravedad, sino, además, de desaparecer
por la fuerza de la luz tras los vidrios traslúcidos con los que se cubre tanto
por dentro como por fuera. Una estructura sencilla de pilares de acero pintada
de blanco. La distancia entre las dos pieles de vidrio traslúcido será de 1
metro, para permitir circular por su interior y controlar las instalaciones, la
luz artificial y la limpieza.
La piel exterior es de
vidrio traslúcido con una carpintería capaz de responder al agua y al frío.
Para el acristalamiento se emplea un vidrio laminado de seguridad traslúcido.
La piel interior es igualmente de vidrio traslúcido, colocado con mayor
radicalidad. Si bien la piel exterior tiene una ligera pendiente para expulsar
el agua y la nieve, la piel interior es totalmente horizontal.
El suelo es plano donde
llega la luz sólida, tanto la procedente del techo como de las paredes, y en su
totalidad de hormigón blanco, capaz de dar las máximas prestaciones y, sobre
todo, de reflejar bien la luz.
El espacio interior resultante
es un espacio de luz traslúcida, como si se estuviese dentro de una nube. Desde
fuera aparecerá en la noche, encendidas las luces, como una linterna con una
gran capacidad de atracción. Y de día la luz natural reflejada emana desde el
interior.
La clave del proyecto, sin
embargo, se consigue haciendo perforaciones, tanto en la piel exterior como en
la interior, para que el sol, la luz sólida, entre a trastocar ese espacio
inicialmente sólo traslúcido. El acierto, la precisión, en el orden y la
dimensión de esas perforaciones, mide el punto de tensión de ese espacio. La
coincidencia y falta de coincidencia por razón del movimiento de la luz del
sol, hará patente dicho movimiento en las manchas de luz que aparecerán y
desaparecerán según coincidan o no los boquetes.