lunes, 23 de febrero de 2015

ALBERTO CAMPO BAEZA Y LOS MATERIALES



La Arquitectura, por encima de las formas con que se nos aparece, es idea que se expresa con esas formas. Es idea materializada con medidas que hacen relación al hombre, centro de la Arquitectura. Es idea construida. Las formas se destruyen con el tiempo pero las ideas permanecen, son eternas.

Vamos a analizar las bases de la arquitectura de Alberto Campo Baeza con respecto a la luz: la luz como materia creativa, como médula espinal de toda definición espacial. La luz y la novedad de atravesar el espacio traslúcido con la luz sólida. La luz aparece como elemento principal de la Arquitectura. La luz que construye el tiempo. Sin la luz, la Arquitectura no es nada. La luz natural ilumina el espacio haciendo posibles las funciones que allí se desarrollan.

"Comienzo, como para cocinar, poniendo todos los ingredientes ordenados encima de la mesa: la Función, el Lugar, las Medidas, los Materiales, y la LUZ. Y busco obstinadamente una IDEA capaz de responder adecuadamente a todo ello. Una IDEA capaz de llevarnos a la BELLEZA. A una BELLEZA que sea, como proponía Platón, esplendor de la VERDAD. Sigo pensando que la UTILITAS, la FIRMITAS y la VENUSTAS vitruvianas siguen siendo válidas. Tan válidas y tan universales en el espacio y en el tiempo como el hombre para el que hacemos la arquitectura. Buscar y encontrar la IDEA es como una operación de DESTILACIÓN de todos aquellos ingredientes."

"La luz es un material. Y no lo digo yo, un tal Newton dijo que era corpuscular, así que sí, es un material. Y los arquitectos tendríamos que utilizarla como material. Y digo tendríamos porque muchos no lo hacen. De hecho, la luz es el material más lujoso que hay, el material más lujoso con el que trabajamos los arquitectos; pero como es gratis, no lo valoramos."



Y para hacer presente la luz, para hacerla sólida, es necesaria la sombra. Cuando la arquitectura levantada con muros excavaba sus huecos para permitir la entrada a la luz, los arquitectos sabían cómo dominar aquella luz sólida que perforaba las sombras.


Cuando la arquitectura con el acero y el vidrio cambia el concepto de dominio de la luz sólida por el de transparencia, se produce una profunda revolución. Y, según Campo Baeza, los arquitectos deben aprender a velar esa luz que todo lo inunda.

En el Panteón de Roma, la sabiduría del arquitecto le lleva a enmarcar la máxima cantidad luz con la máxima cantidad de sombra. Y así el óculo luminoso se cerca con la más profunda sombra que hace más luminosa aun si cabe aquella luz divina venida de lo alto.

En Santa Sofía de Estambul, los brillantes arquitectos abren una corona de altas ventanas por donde no sólo entra la luz directa, arrojada, sino también la indirecta, reflejada en sus profundas jambas blancas de una manera tal que parece un milagro el ver cruzarse los rayos de luz en el aire.

En la Farnsworth House, el arquitecto, con la misma sabiduría que sus antecesores, pero que ya sabe del acero y del vidrio, decide proponernos la transparencia absoluta. Y allí la luz suspendida en el aire nos evoca “el soplo del aire suave” con el que el profeta describe la presencia de la divinidad.

  


Alberto Campo Baeza propone una arquitectura de los sentimientos a través de la luz. Esta idea puede visualizarse en el proyecto para el aeropuerto de Milán: Porta Milano.  Para él, se quería construir el espacio más bello del mundo. El más luminoso. El más fascinante. Sólo con los mecanismos propios de la Arquitectura. El más simple, claro y bello. Sería como una nube. El espacio más misterioso y sorprendente. El más emocionante. Como si se tratase de un sueño hecho realidad.

El complejo se asaría en una gran caja blanca traslúcida de 60 metros de largo, 30 de ancho y 45 de altura, con una doble piel de vidrio blanco traslúcido. Una piel exterior y una interior. Paredes y cubierta de vidrio sostenidos mediante una estructura reticular interna ligera, como cartílagos. Accesible para limpieza y mantenimiento. En la piel exterior traslúcida, perforaciones para captar la luz del sol. En la piel interior, también traslúcida, aberturas acordes con la piel exterior.

 



La entrada de luz directa sería el contrapunto a la nube de luz traslúcida que inundaría el espacio. Y la luz sólida llegaría a tocar el suelo. La luz del sol así tratada y puesta en valor, se movería acariciando las paredes del espacio, sorprendiendo a los viajeros que llegaran a Milán. Y les conmovería. De noche, toda la caja iluminada aparecería como una gran linterna para proclamar que ésta es la Puerta de Milán, la Porta di Milano. Como una nube llena de luz.

El proyecto, madurado después de un intenso trabajo, es preciso, simple y eficaz. Capaz de conmover. Y capaz de permanecer para siempre en la memoria y en el corazón.

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